El alcohol y la soledad






Ayer en clase alguien leyó esta frase del capítulo XIII de Delirio tremens: "Soledad y alcohol parecen destinos convergentes." A mí también me llamó la atención esa declaración y me identifico con ella. Al leerla hoy, no sé por qué, me viene un recuerdo de soledad de cuando era muy joven, pero ya con una relación muy íntima con el alcohol. Era 1981 y había regresado a Madrid, donde había pasado un curso académico dos años antes. Ese año de 'study abroad' fue una experiencia fundamental para mí e incluso antes de que terminara ya estaba decidido a volver a Madrid. ¡Madrid!, una ciudad maravillosa y donde me sentía muy a gusto. Cuando volví estaba muy feliz, pero también bastante solo. Me di cuenta de que estar allí sin mis compañeros de estudios era muy diferente. No tenía apenas amigos. Dos amigas, pero trabajaban y no podía verlas con frecuencia. El caso es que solía tener muchas horas libres durante la semana. (Me dedicaba a dar clases de inglés y nunca eran más de diez o doce horas por semana de clase.) Iba con frecuencia al Parque del Buen Retiro ("El Retiro"), el gran parque céntrico de Madrid. Siempre iba con una botella de vino. Y me la bebía. Solo. Recuerdo que me daba cuenta incluso entonces que eso era una barbaridad, pero me daba igual. Estaba solo y me gustaba el vino. Era, quizás, una especie de afirmación irracional (e infantil) de mi libertad. "Puedo hacer lo que me dé la gana." Cierto, pero algo triste. Supongo que también sentía lástima por mí mismo por no formar parte de ninguna red social. Recuerdos. 

Comments